06-02-2005, 10:04 AM
La angustia sexual es la preocupación (a veces obsesiva) por el rendimiento sexual. Se trata de una sensación que en mayor o menor medida hemos experimentado todos y que se profundiza hasta hacerse altamente dolorosa en las personas que padecen disfunciones sexuales.
Denominamos “angustia sexual” a la preocupación que una persona tiene con respecto a su performance sexual. Se trata de una sensación que en mayor o menor medida hemos experimentado todos y que se profundiza hasta hacerse altamente dolorosa en las personas que padecen disfunciones sexuales.
Se caracteriza por:
-Pensamientos negativos (“no voy a poder”, “¿tendré erección?”, “hoy voy a acabar rápido”, “¿llegaré al orgasmo esta vez?”, “no me está pasando nada”, etc.). Estos pensamientos resultan habitualmente anticipatorios de una realidad que en definitiva termina creando y provocando la misma persona: el problema se produce porque los pensamientos negativos conducen a él. Paul Watszlawick, psicólogo americano reconocido mundialmente, llama a este fenómeno “profecía que se auto cumple” y aparece en diferentes órdenes de la vida, incluida la sexualidad.
-Reacciones corporales como taquicardia, palpitaciones, temblores, transpiración, tensión muscular, entre otras. La situación es vivida como peligrosa psíquicamente hablando y por lo tanto las reacciones son las mismas que las que se activan en el cuerpo ante otro tipo de situaciones de riesgo vital.
-Conductas como la evitación del encuentro sexual (para no exponerse a la angustia misma, la frustración y conflictos de pareja) o el enfrentamiento brusco, sin recursos pero con temor. A veces la angustia conduce al diálogo con la pareja o personas de confianza, incluyendo la consulta con el experto en sexualidad.
La angustia sexual se produce cuando la persona cree no cumplir con las expectativas de lo que “debe ser”, expectativas que como sabemos son construidas socialmente y transmitidas por diversos mecanismos. La creencia de no corresponder con los parámetros de lo masculino o lo femenino (y el sexo tiene mucho que ver con esto) incrementa y perpetúa a la angustia impactando directamente en la autoestima de varones y mujeres.
Una vida sexual saludable implica estar libres de angustias, temores y culpas en torno a la experiencia sexual (definición de la OMS). Por lo tanto, el manejo de estas creencias y emociones se torna absolutamente necesario si queremos desarrollar una sexualidad plena.
Superar la angustia sexual requiere de una serie de pasos básicos:
-Información científica que modere nuestras expectativas (en general sobredimensionadas) de lo que debemos esperar tanto de nuestra respuesta sexual como de la de nuestra pareja.
-Conocer nuestro cuerpo, nuestros puntos sensibles, reacciones, tiempos, preferencias y limitaciones.
-Desmitificar todas aquellas ideas que nos impulsan a pensarnos como máquinas sexuales infalibles, y no como seres humanos.
-Aprender a vivir el acto sexual como un momento de placer y de entrega mutua, no como una competencia en la cual se juega nuestra vida (psíquica).
-Darnos el tiempo necesario para ajustarnos con nuestra pareja sexual y compatibilizar las diferentes maneras de vivenciar la sexualidad y poner en prácticas los deseos y fantasías.
-Si a pesar de estos consejos no podemos manejar nuestra angustia sexual, consultar con el profesional (especialista en sexualidad) indicado.
Denominamos “angustia sexual” a la preocupación que una persona tiene con respecto a su performance sexual. Se trata de una sensación que en mayor o menor medida hemos experimentado todos y que se profundiza hasta hacerse altamente dolorosa en las personas que padecen disfunciones sexuales.
Se caracteriza por:
-Pensamientos negativos (“no voy a poder”, “¿tendré erección?”, “hoy voy a acabar rápido”, “¿llegaré al orgasmo esta vez?”, “no me está pasando nada”, etc.). Estos pensamientos resultan habitualmente anticipatorios de una realidad que en definitiva termina creando y provocando la misma persona: el problema se produce porque los pensamientos negativos conducen a él. Paul Watszlawick, psicólogo americano reconocido mundialmente, llama a este fenómeno “profecía que se auto cumple” y aparece en diferentes órdenes de la vida, incluida la sexualidad.
-Reacciones corporales como taquicardia, palpitaciones, temblores, transpiración, tensión muscular, entre otras. La situación es vivida como peligrosa psíquicamente hablando y por lo tanto las reacciones son las mismas que las que se activan en el cuerpo ante otro tipo de situaciones de riesgo vital.
-Conductas como la evitación del encuentro sexual (para no exponerse a la angustia misma, la frustración y conflictos de pareja) o el enfrentamiento brusco, sin recursos pero con temor. A veces la angustia conduce al diálogo con la pareja o personas de confianza, incluyendo la consulta con el experto en sexualidad.
La angustia sexual se produce cuando la persona cree no cumplir con las expectativas de lo que “debe ser”, expectativas que como sabemos son construidas socialmente y transmitidas por diversos mecanismos. La creencia de no corresponder con los parámetros de lo masculino o lo femenino (y el sexo tiene mucho que ver con esto) incrementa y perpetúa a la angustia impactando directamente en la autoestima de varones y mujeres.
Una vida sexual saludable implica estar libres de angustias, temores y culpas en torno a la experiencia sexual (definición de la OMS). Por lo tanto, el manejo de estas creencias y emociones se torna absolutamente necesario si queremos desarrollar una sexualidad plena.
Superar la angustia sexual requiere de una serie de pasos básicos:
-Información científica que modere nuestras expectativas (en general sobredimensionadas) de lo que debemos esperar tanto de nuestra respuesta sexual como de la de nuestra pareja.
-Conocer nuestro cuerpo, nuestros puntos sensibles, reacciones, tiempos, preferencias y limitaciones.
-Desmitificar todas aquellas ideas que nos impulsan a pensarnos como máquinas sexuales infalibles, y no como seres humanos.
-Aprender a vivir el acto sexual como un momento de placer y de entrega mutua, no como una competencia en la cual se juega nuestra vida (psíquica).
-Darnos el tiempo necesario para ajustarnos con nuestra pareja sexual y compatibilizar las diferentes maneras de vivenciar la sexualidad y poner en prácticas los deseos y fantasías.
-Si a pesar de estos consejos no podemos manejar nuestra angustia sexual, consultar con el profesional (especialista en sexualidad) indicado.
Tengo Ganas de ti, de tu aroma y de tu ser,
de tu sabor y de tu piel,
de sentirte y hacer,
aquello a lo que tu llamas placer.
de tu sabor y de tu piel,
de sentirte y hacer,
aquello a lo que tu llamas placer.