04-30-2006, 11:05 PM
Hoy en el Universal me encontre la siguiente columna, se me hizo interesante y he aqui el contenido:
Itinerario Político
Ricardo Alemán
30 de abril de 2006
La duda: elegir a un rey o elegir a un presidente
Madrazo no perdió, perdió el PRI que es PAN y PRD
El debate entre cuatro de los cinco candidatos presidenciales marcó, para bien o para mal, el fin de una etapa y el principio de lo que será la recta final de la carrera por alcanzar la "silla grande". Los que debatieron y, sobre todo, el gran ausente, deberán cambiar y/o modificar esquemas y estrategias si es que quieren continuar, ya no se diga dentro de la contienda, sino con vida como alternativas reales para el Congreso de la Unión.
Por lo pronto, un recuento elemental muestra que el saldo negativo entre ganadores y perdedores, de la primera parte de la contienda, no se debe tanto a las bajas propias de la batalla, sino a los errores de los propios candidatos y, sobre todo, a los conflictos internos entre los partidos y sus respectivos pretendientes a los puestos de elección popular. De esa manera, el debate no fue más que una suerte de "revelador" que permitió ver no sólo el blanco y el negro de los candidatos, sino los grises de sus respectivos partidos.
AMLO, la proclama
Y debemos iniciar por el ausente -el que andaba ausente, porque luego del debate AMLO reapareció como pocos imaginaban-, ya que con su automarginación el candidato de la dizque izquierda confirmó que hay dos visiones de lo que será la próxima Presidencia mexicana, en los tiempos de la democracia electoral. Resulta que la ausencia de AMLO al primero de los dos debates previstos, previos al 2 de julio, son la mejor muestra que el candidato de la coalición Por el Bien de Todos no le apuesta a la democracia, sino a la "autocracia". Es decir, que el señor López Obrador no quiere una elección, sino una proclamación.
En pocas palabras, todos sabemos que una democracia es el mandato del pueblo, y que en un sistema presidencialista como el mexicano esa democracia es representativa. Es decir, que los mandantes, los ciudadanos, se dan el gobierno a través de la elección de los mandatarios. Esa elección se sustenta en reglas bien establecidas -la democracia electoral mexicana, por sus reglas y sistemas de elección, es de las más reconocidas en el mundo-, y en donde la confrontación de las ideas, de los programas de gobierno, es una parte fundamental.
Pero lo que pretende López Obrador no es la confrontación de las ideas, no es que los mandantes pongan a prueba las ofertas de los que intentan ser mandatarios, sobre todo ante otras alternativas, sino que le apuesta a la proclamación. El señor López Obrador reclama que sin más elementos que la fe en su credo, los ciudadanos decidan por él, quien es o pretende ser algo así como el elegido para sacar de la postración a los millones de mexicanos pobres. Esa apuesta, la de la proclamación, está más emparentada con una monarquía, con la autocracia, en donde el elegido, el rey, está por encima de la voluntad de los súbditos; en donde por mandato divino se da el gobierno.
AMLO se ha proclamado ganador de la contienda electoral, desde antes de que la propia contienda haya iniciado. Por eso defiende "de manera estratégica" su ventaja electoral, por eso se niega al debate, por eso monta conspiraciones y complots en toda encuesta que le resulta desfavorable, por eso considera que está en su contra todo aquel que no está con su causa. Se dice el elegido más allá de toda contienda electoral, por encima de toda confrontación de ideas y de programas. Y se dice perseguido por todo aquel que le cuestiona sus ideas y programas.
En la concepción "democrática" de AMLO no hay lugar para la comparación y confrontación de las ideas, de los programas y para otras alternativas de gobierno. Un ejemplo de ese mesianismo lo ofreció el propio López Obrador en una reciente visita a Campeche, en donde un grupo de periodistas locales le cuestionaron los métodos antidemocráticos que han adoptado las "redes ciudadanas" creadas en esa entidad y, sobre todo, la represión desatada contra los periodistas locales. En respuesta a los cuestionamientos por la antidemocracia del naciente grupo que "proclama" a AMLO, el candidato de la coalición Por el Bien de Todos les ofreció a los periodistas una breve disculpa, pero los invitó a "difundir mi palabra". Es decir, la fe lo justifica todo.
En la campaña de AMLO pueden caber los ex priístas más antidemocráticos, pueden convivir las prácticas más antidemocráticas, pero todo se justifica "por el proyecto", por "la palabra" del mesías. Ese iluminado que sólo respeta "la voz del pueblo", la "voz divina", más allá de toda concepción democrática. Pero resulta que la volatilidad del voto que tiene -o que tenía a AMLO en los cuernos de la luna- no es precisamente un voto que esté de acuerdo con la concepción monárquica o autocrática de López Obrador, y ese voto comienza a moverse hacia otras alternativas, como por ejemplo, la otra concepción emparentada con la muy cuestionable izquierda mexicana.
Itinerario Político
Ricardo Alemán
30 de abril de 2006
La duda: elegir a un rey o elegir a un presidente
Madrazo no perdió, perdió el PRI que es PAN y PRD
El debate entre cuatro de los cinco candidatos presidenciales marcó, para bien o para mal, el fin de una etapa y el principio de lo que será la recta final de la carrera por alcanzar la "silla grande". Los que debatieron y, sobre todo, el gran ausente, deberán cambiar y/o modificar esquemas y estrategias si es que quieren continuar, ya no se diga dentro de la contienda, sino con vida como alternativas reales para el Congreso de la Unión.
Por lo pronto, un recuento elemental muestra que el saldo negativo entre ganadores y perdedores, de la primera parte de la contienda, no se debe tanto a las bajas propias de la batalla, sino a los errores de los propios candidatos y, sobre todo, a los conflictos internos entre los partidos y sus respectivos pretendientes a los puestos de elección popular. De esa manera, el debate no fue más que una suerte de "revelador" que permitió ver no sólo el blanco y el negro de los candidatos, sino los grises de sus respectivos partidos.
AMLO, la proclama
Y debemos iniciar por el ausente -el que andaba ausente, porque luego del debate AMLO reapareció como pocos imaginaban-, ya que con su automarginación el candidato de la dizque izquierda confirmó que hay dos visiones de lo que será la próxima Presidencia mexicana, en los tiempos de la democracia electoral. Resulta que la ausencia de AMLO al primero de los dos debates previstos, previos al 2 de julio, son la mejor muestra que el candidato de la coalición Por el Bien de Todos no le apuesta a la democracia, sino a la "autocracia". Es decir, que el señor López Obrador no quiere una elección, sino una proclamación.
En pocas palabras, todos sabemos que una democracia es el mandato del pueblo, y que en un sistema presidencialista como el mexicano esa democracia es representativa. Es decir, que los mandantes, los ciudadanos, se dan el gobierno a través de la elección de los mandatarios. Esa elección se sustenta en reglas bien establecidas -la democracia electoral mexicana, por sus reglas y sistemas de elección, es de las más reconocidas en el mundo-, y en donde la confrontación de las ideas, de los programas de gobierno, es una parte fundamental.
Pero lo que pretende López Obrador no es la confrontación de las ideas, no es que los mandantes pongan a prueba las ofertas de los que intentan ser mandatarios, sobre todo ante otras alternativas, sino que le apuesta a la proclamación. El señor López Obrador reclama que sin más elementos que la fe en su credo, los ciudadanos decidan por él, quien es o pretende ser algo así como el elegido para sacar de la postración a los millones de mexicanos pobres. Esa apuesta, la de la proclamación, está más emparentada con una monarquía, con la autocracia, en donde el elegido, el rey, está por encima de la voluntad de los súbditos; en donde por mandato divino se da el gobierno.
AMLO se ha proclamado ganador de la contienda electoral, desde antes de que la propia contienda haya iniciado. Por eso defiende "de manera estratégica" su ventaja electoral, por eso se niega al debate, por eso monta conspiraciones y complots en toda encuesta que le resulta desfavorable, por eso considera que está en su contra todo aquel que no está con su causa. Se dice el elegido más allá de toda contienda electoral, por encima de toda confrontación de ideas y de programas. Y se dice perseguido por todo aquel que le cuestiona sus ideas y programas.
En la concepción "democrática" de AMLO no hay lugar para la comparación y confrontación de las ideas, de los programas y para otras alternativas de gobierno. Un ejemplo de ese mesianismo lo ofreció el propio López Obrador en una reciente visita a Campeche, en donde un grupo de periodistas locales le cuestionaron los métodos antidemocráticos que han adoptado las "redes ciudadanas" creadas en esa entidad y, sobre todo, la represión desatada contra los periodistas locales. En respuesta a los cuestionamientos por la antidemocracia del naciente grupo que "proclama" a AMLO, el candidato de la coalición Por el Bien de Todos les ofreció a los periodistas una breve disculpa, pero los invitó a "difundir mi palabra". Es decir, la fe lo justifica todo.
En la campaña de AMLO pueden caber los ex priístas más antidemocráticos, pueden convivir las prácticas más antidemocráticas, pero todo se justifica "por el proyecto", por "la palabra" del mesías. Ese iluminado que sólo respeta "la voz del pueblo", la "voz divina", más allá de toda concepción democrática. Pero resulta que la volatilidad del voto que tiene -o que tenía a AMLO en los cuernos de la luna- no es precisamente un voto que esté de acuerdo con la concepción monárquica o autocrática de López Obrador, y ese voto comienza a moverse hacia otras alternativas, como por ejemplo, la otra concepción emparentada con la muy cuestionable izquierda mexicana.
Tengo Ganas de ti, de tu aroma y de tu ser,
de tu sabor y de tu piel,
de sentirte y hacer,
aquello a lo que tu llamas placer.
de tu sabor y de tu piel,
de sentirte y hacer,
aquello a lo que tu llamas placer.