11-12-2010, 02:05 AM
Creo que todos caemos en algún momento en ultranacionalismos, a veces llevados al absurdo en un vano intento de conservar una identidad que, hasta ahora, nadie ha podido describir (no, nisiquiera Octavio Paz o Samuel Ramos). La pregunta clave es: ¿qué estamos realmente preservando?, hablamos de nuestras raíces, sin embargo la configuración más conocida del altar de muertos (dedicarla a alguna persona, ofrecer cosas que le gustaban, etc.) nisiquiera es de origen prehispánico, sino colonial. Efectivamente existieron los altares en la época precolombina, pero poco tienen que ver con lo que actualmente se practica, pues hay que recordar que aquellos tenían una intención agrícola; en algunas zonas rurales (Veracruz por ejemplo) se entierra comida a manera de ofrenda en la tierra, porque se le está dando de comer para que haya una buena cosecha.
Sería incorrecto, asimismo, negar que hay en los altares ciertos componentes sincréticos que sí hacen referencia a la cosmovisión indígena prehispánica (el arco, de donde cuelgan dos coronas y flores recuerdan a la bóveda celeste, los astros mayores y las estrellas; simbolizando el recorrido del sol por el cielo), los niveles (usualmente tres son una visión sintética del axis mundi prehispánico; sin embargo pocas veces se hace referencia a esto, aún en lugares con cultura tradicional, lo cual nos lleva a la pregunta ya planteada, ¿ qué estamos preservando realmente?, en mi opinión, lo que la mayoría de nosotros hacemos al poner nuestro altar es repetir constantemente una tradición (entendida ésta como el paso de pautas, lineamientos, costumbres, conocimientos, entre otros, de una generación a otra), el problema es que la mayoría de las ocasiones es una repetición mecánica, es decir, sin una conciencia real de cuál es el significado de tal o cual práctica.
De ningún modo quisiera que esto se interpretara como una crítica a dicha costumbre (soy muy cercano a estas problemáticas, pues soy arqueólgo), sino que mi punto es que la verdadera preservación no debe ser, si se me permite la analogía, mecánica sino orgánica, pues la repetición no aporta, en un sentido estricto, un aprendizaje explicativo y sólo se conserva un formato y no un contenido (que por lo demás, de acuerdo al principio más básico de la sociedad, dicho formato es cambiante por la naturaleza dinámica del ser humano). Sirva esto como un exhorto para seguir por este camino; no obstante siempre he pensado que la mejor manera de combatir la invasión ideológica extranjera (no sólo gringa) es la educación de las generaciones jóvenes en contraposición a la crítica ultranacionalista. Si los niños y los adultos hoy aprendemos los significados y simbolismos de las prácticas que hemos heredado, el desplazamiento de las ideologías ajenas a nosotros podría darse gradualmente (este proceso ya lo he experimientado al trabajar con universitarios). Sobre las fuentes de estudio, las de primera mano y múltiples investigaciones existen y están disponibles, sólo hay que darse el tiempo de conocerlas...Saludos
Sería incorrecto, asimismo, negar que hay en los altares ciertos componentes sincréticos que sí hacen referencia a la cosmovisión indígena prehispánica (el arco, de donde cuelgan dos coronas y flores recuerdan a la bóveda celeste, los astros mayores y las estrellas; simbolizando el recorrido del sol por el cielo), los niveles (usualmente tres son una visión sintética del axis mundi prehispánico; sin embargo pocas veces se hace referencia a esto, aún en lugares con cultura tradicional, lo cual nos lleva a la pregunta ya planteada, ¿ qué estamos preservando realmente?, en mi opinión, lo que la mayoría de nosotros hacemos al poner nuestro altar es repetir constantemente una tradición (entendida ésta como el paso de pautas, lineamientos, costumbres, conocimientos, entre otros, de una generación a otra), el problema es que la mayoría de las ocasiones es una repetición mecánica, es decir, sin una conciencia real de cuál es el significado de tal o cual práctica.
De ningún modo quisiera que esto se interpretara como una crítica a dicha costumbre (soy muy cercano a estas problemáticas, pues soy arqueólgo), sino que mi punto es que la verdadera preservación no debe ser, si se me permite la analogía, mecánica sino orgánica, pues la repetición no aporta, en un sentido estricto, un aprendizaje explicativo y sólo se conserva un formato y no un contenido (que por lo demás, de acuerdo al principio más básico de la sociedad, dicho formato es cambiante por la naturaleza dinámica del ser humano). Sirva esto como un exhorto para seguir por este camino; no obstante siempre he pensado que la mejor manera de combatir la invasión ideológica extranjera (no sólo gringa) es la educación de las generaciones jóvenes en contraposición a la crítica ultranacionalista. Si los niños y los adultos hoy aprendemos los significados y simbolismos de las prácticas que hemos heredado, el desplazamiento de las ideologías ajenas a nosotros podría darse gradualmente (este proceso ya lo he experimientado al trabajar con universitarios). Sobre las fuentes de estudio, las de primera mano y múltiples investigaciones existen y están disponibles, sólo hay que darse el tiempo de conocerlas...Saludos
"You and me baby are nothin' but mammals, so lets do it like they do on the discovery channel"