¿Una película puede ser libro?

[Betty boop]

Constituye un hábito para quienes frecuentan las salas de cine esperar el fin de los créditos para esclarecer en qué novela se basó el director para montar su película. Es peculiar este asunto. Porque así como no resulta difícil descubrir al menos cinco novelas de relevancia que han terminado convertidas en tramas del séptimo arte, el camino en sentido contrario es prácticamente inexistente.

Esto se puede explicar por múltiples razones. Aunque es mejor escoger sin más trámite la que apunta a las miserias humanas. Porque quien dirige o escribe el guión de una película es alguien moderno, poco dado a las reflexiones de un escritor de -digamos- París a fines del siglo XIX. No puede andar por la vida con cosas como leer a los grandes autores. Lo suyo es buscar nuevos trucos en los avisos publicitarios de la televisión. No vaya a ser el caso que un documentalista desconocido se haga rico con una idea que al resto se le pasó inadvertida.

Aún así, no hay que ser tan pesimista. Puede llegar el día en que alguno de esos sujetos se canse de la superficialidad de sus obras o de copiar ocurrencias de otras áreas y se concentre en una película que cambie el modo de entender la vida. Pero puede darse el caso que logre lo primero y cuando se aliste a escribir la novela consecuencia de la película, aparezca un hombre de negocios y termine por convencerlo de que mejor realice y promocione un making off de su cinta.